De MAD MEN a SAD MEN

Historias y reflexiones sobre la vida laboral

PVLPO
4 min readOct 11, 2021

Lunes, 9 de la mañana. Mientras me conecto a Redes Sociales para ver las noticias (y el chisme) del día, un post salvaje aparece. Alguien (con mucho talento) acaba de publicar de una manera cansada y harta su renuncia a la industria de la publicidad. Más allá de la empatía hacia la persona y mi apoyo “pa’ lo que se necesite”, es una noticia que para nada me sorprende. Alguien más decide renunciar a un sueño alimentado hermosamente por las escuelas, pero desgarrado horriblemente por las agencias.

¿Y cómo no? Imagínate: Eres estudiante de diseño, comunicación, publicidad o afín, acabas de egresar y andas con ganas de comerte al mundo de un bocado, ultra motivado por referencias de la talla de Paula Scher o Lee Clow, pero encuentras un primer trabajo que te drena el alma al grado de pensar ¿por qué chingado decidí estudiar esto?

Lo peor de todo, es que, como diría sabiamente mi abuelita: ”ven la tempestad y no se hincan” ante un cambio generacional que ya se venía anunciando desde hace 10 años con la entrada de los millennials al mundo laboral, y que hoy está más vigente (y alejado) que nunca gracias a la Generación Z. ¿El resultado? nuevas formas de pensar y ver el mundo, pero sobre todo de actuar dentro de una industria que lleva ya casi 200 años de existencia, y a las cuales nomás no les andamos agarrando el pedo.

Y de verdad parece que esos 2 siglos se aferran a nuestro ADN y no se quieren soltar ni a madrazos, ya que nos esforzamos tanto por conservar las prácticas de la edad de oro de la publicidad (esa que se cuenta en MAD MEN y que dio a los creativos el poder de semi-dioses) que no nos estamos dando cuenta de todo lo que florece a nuestro alrededor, cayendo en el prejuicio ya arraigado de “una generación con arrogancia y sin ganas de trabajar” solo porque no les interesa quedarse horas extra por una idea para premio que les traerá un par de palmadas en la espalda y el mismo sueldo de siempre. Eso sí, sin recibir un solo crédito por tu trabajo más que el de “fuiste parte del equipo, siéntete muy orgulloso”.

Pero ¡hey! ¡No me mal entiendan! En toda carrera profesional se debe comenzar desde abajo y picando piedra, los malos momentos siempre existirán, y sabemos que, por más que queramos, las cosas nunca serán como nosotros soñamos al inicio de nuestra vida laboral. Esto va por otro lado, bueno, en realidad hacia una palabra: Motivación. Todos necesitamos motivación, pero no a todos nos motivan las mismas cosas, y mucho menos las mismas cosas que antes. Por eso es I N D I S P E N S A B L E (así, separado para que se lea bien) aprovechar el privilegio que tenemos como industria que se puede dar el lujo de alejarse de la producción en masa (según) y explorar la creatividad de su gente (o no), para desarrollar ese ojo fino que nos ayude a detectar qué es lo que motiva a las personas, no publicitariamente, sino más allá: Cuál es su motivación de vida.

La última gran lección sobre motivación profesional me la dió el Ibai.

Parecería güajiro, hippie y filosófico, pero todo esto va a un punto: Utilizar la motivación para crear proyectos de crecimiento donde enseñas a las personas a usar las herramientas que te brinda el lugar donde trabajas y así desarrollar esos skills que te lleven a un pasito más de cumplir con tu gran meta, tu gran objetivo. ¿Ganar un Óscar? ¿Vivir diseñando el resto de tus días desde la playa? ¡Todo se vale! La pregunta aquí es: ¿Qué puedes sacar de aquí para estar más cerca de cumplir con eso que quieres hacer? El resultado: Equipos con visión ¿Quieres verlo de otra forma? Equipos motivados son equipos felices, y equipos felices son equipos productivos.

Hay que dejar un ratito el ego a un lado, cambiar el chip y utilizar hoy más que nunca la empatía para definir habilidades, aptitudes y conectar con las personas de formas en las que ellos puedan aprender de 200 años de esta industria, listos para impulsarla al futuro hacia los 200 años siguientes.

El talento está de ese lado, la sabiduría está en éste. Por favor, seamos sabios.

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